Las playas del Cantábrico quizá no invitan al baño a estas alturas del calendario pero no dejan de ser un espectáculo natural impagable. Como la playa de Sakoneta, protegida por dos cabos que le confieren forma de medialuna y con taludes rocosos que llegan a alcanzar los cien metros de altura. Sakoneta forma parte del Geoparque de la Costa Vasca y se encuentra en el corazón del Biotopo protegido Deba-Zumaia.
Sus acantilados esconden millones de años de historia geológica escritos en sus estratos rocosos, bautizados como flysch, que a causa de la acción del mar han quedado al descubierto. Senderos bien señalizados, miradores e incluso travesías guiadas en barco permiten disfrutar este otoño de una de las mayores rasas mareales de Europa.
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